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Plaza Mayor
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Casa del Águila y la Parra
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Casa de los Hombrones
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Casa de Velarde
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En torno al antiguo
monasterio se fue configurando la villa, que tomó su mismo nombre:
Santa Juliana, Santillana. En el siglo XIII existía la "rúa
del Rey", calle principal que parte del mismo atrio de la colegiata a lo
largo de la cual, se fueron jalonando las torres, casas, plazas, solares,
huertos y corrales. Destacamos entre ellas la torre de Velarde, cuya familia
construyó a mediados del s. XVI el impresionante palacio sito frente
a los ábsides de la colegiata, y la casa de doña Leonor de
la Vega, madre del primer Marqués de Santillana, a quien el rey castellano
Juan II y a sus sucesores, los Duques del Infantado, concedió en
1445 el señorío de la villa. A partir del siglo XIV se crea
un nuevo espacio urbano -la actual Plaza Mayor, o plaza del Mercado, (así
llamada porque allí se celebraba un mercado semanal, desde la concesión
del Fuero a la villa por Alfonso VII en 1209) donde se encuentran las torres
góticas como la del Merino, representante del rey en la villa, entonces
capital de la Merindad de las Asturias de Santillana-, y la torre de don
Borja, actual sede de la Fundación Santillana, así como notables
palacios de la época barroca, como el Ayuntamiento o el palacio Barreda
(hoy Parador Nacional Gil Blas).
En el s. XVII se
edifican dos conventos de Dominicos a las afueras del pueblo: el de "Regina
Coeli", que en la actualidad alberga al Museo Diocesano, junto al campo
del Revolgo (donde tenían lugar las fiestas y torneos), de estilo
clasicista herreriano, en perfecta unión con la arquitectura tradicional
montañesa y, el convento de San Ildefonso (monjas).
También se
construyen un buen número de casonas y palacios, con arcadas, soportales
y balcones volados que proporcionan el aspecto noble que ha mantenido Santillana
hasta nuestros días.
Pero sin duda la
gran aportación de Santillana a este "paseo por el románico"
es la Colegiata de Santa Juliana.
La transformación
del antiguo monasterio en Colegiata – al cambiar la regla benedictina que
lo regía por la de la orden de Canónigos de San Agustín
– se produce a mediados del siglo XII, época en que se edifica el
templo actual, en estilo románico, que es el más amplio de la
cornisa cantábrica. Su estructura de tres ábsides y tres naves
sigue el modelo de Frómista (Palencia) y del románico internacional
que penetra en Castilla por el Camino de Santiago.
La escultura de su
portada, capiteles y canecillos evocan los temas fundamentales de la
religiosidad medieval, en particular la lucha entre el Bien y el Mal, y la
necesidad de la penitencia y el perdón para salvarse de las penas
del infierno. Este mensaje se muestra a través de alegorías
y símbolos animales (leones, pelícanos, palomas, cuervos, serpientes,
cabras...) y vegetales (manzanas, helechos, acanto, lirios, vid, uvas, piñas...)
así como algunas escenas humanas.
En el centro del
crucero se erige el sepulcro de Santa Juliana, cuyas reliquias se guardan
en la arqueta del retablo con los escudos de la Casa de la Vega.
El retablo mayor
es una excelente obra de estilo hispano flamenco de finales del XV, con
tablas pictóricas relativas al martirio de la santa y esculturas
de apóstoles y evangelistas. El frontal del altar es una soberbia
pieza de platería mexicana. En el coro se conserva un notable órgano
barroco, y en la capilla bautismal, además de la pila románica,
un excepcional Pantocrator realizado en torno al año 1200.
Colegiata de Santa Juliana
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Portada. Interesante Pantocrator
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Claustro Siglos XII-XIII
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Claustro
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Detalle de capitel
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El claustro, adosado a la fachada norte de la iglesia, muestra en sus 42 capiteles
de variada temática una completa evolución de la escultura
románica. Junto a sus muros se observan los sarcófagos con
motivos heráldicos de personajes relevantes del clero y la nobleza.
El claustro es de
forma cuadrada y se comunica con la nave del evangelio a través de
una portada románica. Se anexionó a finales de siglo
XXII, una vez acabado el templo. Se advierte la ausencia de las restantes
dependencias monásticas: refectorio, cocinas, dormitorio, almacenes...
La sala capitular
se encuentra junto al atrio. Ello es debido a que la nueva orden de canónigos
no exige una vida comunitaria en clausura, por lo que pueden residir fuera
del conjunto religioso y no precisan el resto de estancias.
Su importancia radica
en la iconografía de sus capiteles, que constituyen una síntesis
de los principales motivos decorativos, figurados, geométricos y vegetales
del románico a lo largo de su evolución histórica y
temática.
En la crujía
oeste se tallan temas alegóricos al Purgatorio, con animales fantásticos
entrelazados (en la tradición del claustro de Silos) y otros exclusivos
de lacería (tradición normanda o árabe). Destaca el
capitel relativo al Cielo y el Infierno, en donde San Miguel pesa las almas,
representadas por cabecitas y alancea al demonio, que intenta inclinar la
balanza a su favor.
La parte meridional,
adosada al templo, es la más antigua y muestra temas bíblicos
como el Pantocrator y Tetramorfos, apóstoles, Daniel en el foso de
los leones, el sueño de Nabucodonosor, Sansón desquijando
al león, la degollación de San Juan, el milagro de los panes
y los peces y el Descendimiento, junto con otros temas profanos como la
despedida del caballero o los relativos a la lucha entre el Bien y el Mal,
representados por el guerrero cristiano que mata el dragón (copia
de un relieve asirio del s. VI a. De C.), o el pastor ahuyentando a los lobos.
Destaca el capitel del caballero enfrentado a un gran dragón, similar
al realizado por Pedro Quintana en la cercana iglesia de Yermo (1203), lo
que ha hecho suponer la relación cronológica y de autoría
de nuestro claustro.
El resto de capiteles
de esta galería y los de la crujía norte son vegetales, de
influencia cisterciense (derivados de Aguilar y San Andrés de Arroyo),
realizados ya en el s. XII. La galería oriental se levanta en el siglo
XVI y se divide en capillas funerarias de las familias nobles de la villa,
al igual que la abierta en el ángulo suroeste del claustro, que ostenta
los escudos de la familia Polanco.
A lo largo de las
galerías se observan sepulcros románicos y góticos extraídos
del patio del claustro, correspondientes a abades, canónigos y nobles,
identificables por sus escudos e inscripciones. También aparecen
canecillos románicos que pertenecieron al alero de los tejados cuando
se realizó la reforma de la fachada principal en el siglo XVII.
La colegiata de Santillana
de Mar con su claustro fue declarada Monumento Nacional en 1889.
COMILLAS
Dejamos Santillana
del Mar y nos dirigimos hacia Comillas a unos 16 kilómetros por una
carretera más que aceptable, por el piso y especialmente por el paisaje.
Comillas es conocida
como "La Villa de los Arzobispos" por ser localidad natal de numerosos obispos
y arzobispos. Registró sus primeros poblamientos en la prehistoria,
como demuestran las cuevas de La Meaza con pinturas rupestres paleolíticas
de hace 14.000 años.
El florecimiento
de esta zona de la costa occidental cántabra se debió a Antonio
López y López, indiano que emigró a Cuba y fundador
de la gran compañía naviera La Trasatlántica. Su capacidad
económica y su amistad con la Corona le valió el título
de primer marqués de Comillas. Esa cercanía con la Corte propició
la visita de los reyes de España, Alfonso XII y María Cristina,
durante los veranos de 1881 y 1882, y siguiendo su estela la aristocracia
se asentó en la zona.
Comillas es unas
de las joyas monumentales de Cantabria. A finales del siglo XIX se convirtió
en lugar de veraneo de la aristocracia española, dando a esta villa
una singular arquitectura. Su distribución urbana ha sabido combinar
la tradición arquitectónica popular y las corrientes vanguardistas
de raíz cultural; la plaza vieja, la iglesia parroquial y algunas
casa del centro de la villa son una buena muestra de arquitectura popular
del siglo XVIII.
Tres edificios dominan
desde lo alto de la trama urbana: el cementerio, instalado en lo que fue
la antigua iglesia parroquial (s. XVI), contiene interesantes mausoleos modernistas
y está culminado por el famoso "Ángel" del escultor catalán
Llimona; el Palacio de Sobrellano, de estilo neogótico; y la Universidad
Pontificia. Cabe hacer especial mención sobre el famosísimo
"Capricho", obra maestra del genial Gaudí.
Universidad pontificia
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Palacio de Sobrellano
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Cementerio Restos Góticos
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Capricho de Gaudí
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El Palacio de Sobrellano, catalogado como Bien de Interés Cultural desde 1981, fue construido por el arquitecto catalán Joan Martorell y Montells, entre 1881 y 1888, por encargo del primer Marqués de Comillas, Antonio López. El edificio es de estilo ecléctico (inspirado en el gótico civil inglés del siglo XIV). El Palacio, al igual que la capilla panteón y el amplio parque que rodea ambos edificios, es propiedad del Gobierno de Cantabria. 1881 y 1882 el rey Alfonso XII y su familia pasaron sus vacaciones de verano en el Palacio. Este se ubica a la salida de Comillas en dirección a San Vicente de la Barquera. El edificio alberga un importante conjunto de obras de arte, destacando las pinturas de Llorens y Masdeu y las esculturas de Joan Roig. Los mausoleos de mármol, obra de los escultores Llimona y Vallmitjana, que se encuentran en la capilla panteón de los marqueses de Comillas. Parte del mobiliario del Palacio fue diseñado por el arquitecto catalán Antonio Gaudí.
El Seminario y Universidad de Comillas
data sus orígenes en las personas de el padre jesuita Tomás
Gómez Carral y Antonio López y López, primer marqués
de Comillas. El padre Gómez pide ayuda al marqués para establecer
un seminario o "colegio apostólico" para niños de familias
humildes, donde recibirían gratis una formación espiritual
y científica, en total aislamiento, hasta que alcanzaran la ordenación
sacerdotal para ponerse al servicio de sus obispos. La primera piedra del
seminario se coloca el 20 de marzo de 1883. El arquitecto de esta obra fue
Juan Gerónimo Martorell, que realizó la misma con la colaboración
de Cristóbal Casante. El edificio tiene la forma de un gran
rectángulo con dos patios interiores divididos por la iglesia central,
de estilo Neogótico-mudéjar. El material utilizado es piedra,
combinado con ladrillo y azulejo. Iglesia pública, vestíbulo,
escalera, puertas de bronce, mosaicos y artesonados son algunos de los detalles
de este singular edificio. Es de destacar la riqueza ornamental, introducida
por Luis Doménech, rompiendo la severidad del edificio original. En
el interior encontramos pinturas en paraninfo e iglesia de Eduardo Llorens,
J. Llimona y José María Tamburini. Tiene elementos añadidos
en 1914 por el arquitecto José María Basterra. Es declarado
junto a sus jardines, Bien de Interés Cultural de Cantabria.
PLAYA DE OYAMBRE
Situado en los términos
municipales de Comillas y Valdáliga a 10 Km al este del límite
norte de Asturias y Cantabria, a 50 Km de Santander. Este espacio natural
cuenta con una extensión física de 5.000 hectáreas.
Es una franja costera de clima suave con notable representación de
los ecosistemas característicos del litoral cántabro. Se puede
dividir en varias zonas claramente definidas: laguna de aves acuáticas,
zona marisquera o estuario, dunas y playa. La zona posee uno de los bancos
más ricos del litoral cantábrico. La playa de Oyambre se encuentra
situada entre la ría de la Rabia y la localidad de San Vicente de
la Barquera.
Playa de Oyambre |
Reserva ecológica de Oyambre |
Es un entorno de
incalculable valor ecológico, donde habitan en armonía numerosas
especies, ya que esta zona sirve de refugio y alimento en las rutas migratorias
costeras del golfo de Vizcaya. En él se concentran gran variedad
de especies en la zona, como los alcatraces que se divisan desde escasa
distancia de la costa, cisnes, gaviota argéntea, cormorán,
barclanas carinegras, gaviota reidora, garzas reales, polla de agua, tarro
blanco, porrón común, porrón moñudo, focha,
ánade friso, ánade real, ánade rabudo, ganso, pato colorado,
pato silbón, pato cuchara, cerceta, tarro canelo, garceta y martinetes.
Toda esta fauna,
junto con las singulares formas vegetales y la gran cantidad de vida animal
marina, conforman un entorno único del litoral costero cántabro.
SAN VICENTE DE LA BARQUERA
Esta villa marinera
se encuentra enclavada en pleno corazón del Parque de la Naturaleza
de Oyambre y protegida por dos puentes: el Puente de la Maza del siglo XV
y el Puente Nuevo, que data de la época de Carlos III.
Al llegar al Puente
de la Maza el viajero ya se percata que está ante uno de los más
bellos paisajes que puede encontrar en la Costa Cantábrica y si me
permiten la osadía, en toda España.
Sus orígenes
se remontan a la Edad Media, cuando un grupo de Monjes levantaron una ermita
para albergar las reliquias de Santa Juliana. Con el paso del tiempo, la
ermita se convirtió en un gran Monetario.
Su puebla vieja se
ubica en un pequeño alto y acoge la muralla y el castillo. Coronando
el promontorio se encuentra la iglesia gótica de Santa María
de los Ángeles, que conserva en su interior la escultura funeraria
del inquisidor Antonio del Corro, considerada como la más bella de
la región. Las importantes dimensiones de este templo son un signo
evidente del espléndido desarrollo económico que la villa
alcanzó durante los siglos XIII y XIV. Es de modelo mixto, fue construida
durante un largo periodo de tiempo, entre los siglos XIII y XVI, muy posiblemente
sobre otra iglesia anterior. Forma un conjunto armonioso y fuerte en el que
se acusan las características del gótico montañés.
En el exterior destaca
su gran torre fuerte incorporada a la fábrica y sus dos puertas románicas
de austera belleza. El interior cuenta con tres naves de altas bóvedas
ojivales.
San Vicente de la Barquera
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Castillo
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Las Viejas fortificaciones
de San Vicente datan del S. VIII, habiendo sufrido desde entonces diversas
reformas hasta ofrecer su aspecto actual. Decana de las fortificaciones costeras,
su privilegiada situación la ha hecho inexpugnable ante las diversas
incursiones de los enemigos normandos o vikingos. El castillo ha sido recientemente
abierto al público y aspira a convertirse en sala permanente de exposiciones
y museo etnográfico del mar.
Del castillo parte
la muralla que rodeaba la vieja ciudadela y de la que aún se conserva
en su fachada norte y oeste, así como las puertas que debían
de atravesar los peregrinos que utilizaban la ruta costera del Camino de
Santiago.
Desde San Vicente
tomaremos la N-621 con dirección a Potes. Nos preparamos para un viaje
entre acantilados, en esta ocasión no de mar, sino de río; el
Deva concretamente. Una parada obligatoria, que quieren que les diga, es
el pueblo de Panes, un recorrido por él viendo el río Deva,
es un lujo poco menos que cantábrico y no asiático.
LAFUENTE-LEBEÑA
Seguimos camino hacia
el destino final de este primer día de viaje y cerca del pueblo de
La Hermida, que da nombre al desfiladero, hay un desvío a Lebeña
y Lafuente. Cierto es que Lebeña tiene la fama pero por quince kilómetros
vale la pena llegar hasta el pueblo de Lafuente, cuatro casas algunas de
gran prestancia y una iglesia, Santa Juliana, bella obra de fines del siglo
XII y principios del XIII, románica de una sola nave, con puerta de
arquivoltas simples y capiteles vegetales. En el interior, la nave se separa
del ábside por arco triunfal que apoya sobre capiteles historiados.
Santa Juliana Lafuente |
Ábside |
De regreso a la carretera
de Panes a Potes encontramos Lebeña, a unos 300 metros de este ramal
está la iglesia de Santa María de Lebeña, donde se dice
reposaron los restos de Santo Toribio en su traslado desde Turieno.
La iglesia mozárabe
de Santa María, declarada monumento nacional en 1.890, tiene una planta
compuesta de tres naves cubiertas con bóvedas de cañón,
independientes entre sí; las naves están separadas entre sí
por pilares compuestos de un núcleo rectangular, al cual están
adosadas las columnas que sirven de apoyo a fusiles cilíndricos, que
llevan capiteles de tipo corintio con decoración vegetal.
Sobre los capiteles
descansan cimacios en forma de tronco de pirámide invertida y sobre
ellos se apoyan los arcos de herradura característicos de esta construcción
y se encuentran en todo el conjunto de la iglesia, excepto en el arco.
Santa María de Lebeña
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En el suelo del
presbiterio hay varias losas sepulcrales y en el frontal del altar mayor
una losa de simbología celta. Se trata de un gran bloque de piedra
arenisca de 173 cm de largo en la parte superior; 162,5 en la inferior y
103 cm de alto, con un fondo de 20 cm. Analizando en una lectura global el
contenido del frontal, parece obvio destacar su significado cristonológico
y escatológico, técnicas utilizadas por los pueblos germánicos
cristianizados y en el arte prerrománico.
El retablo principal
se construyó en el 1.713 y es barroco. El altar mayor está
presidido por una réplica de la Virgen de la Buena Leche, que era una
talla gótica del siglo XV. La actual puerta de acceso a la iglesia
se sitúa en la fachada sur y fue abierta en 1.794, supliendo a la entrada,
que desde entonces fue tapiada en el muro del oeste.
Su origen se debe
al mandato del Conde Alfonso de construir un templo que albergue los restos
de Santo Toribio, el documento está fechado en el 925, pero se cree
es una transcripción del siglo XIII. Se sabe también que en
1187, el rey Alfonso VIII donó esta propiedad al abad del Monasterio
de San Salvador de Oña y siglos más tarde pasó a depender
de Santo Toribio de Liébana.
Regresamos a La Hermida
y desde allí, no sin las dificultades lógicas de una carretera
con curvas llegamos a Potes. Dejamos la carretera de Palencia y tomamos
la de Fuente De, a unos 5,5 kilómetros un desvío a la derecha
(la referencia es el camping San Pelayo) está el núcleo urbano
San Pelayo, que pertenece al municipio de Camaleño, allí
la Posada donde nos
alojaremos los en nuestro recorrido por el Valle de Liébana.
El edificio, ha sido
reconstruido utilizando los materiales tradicionales de la comarca lebaniega,
especialmente, la piedra y la madera. La Posada San Pelayo, cuenta con 11
habitaciones dobles, dos duplex y dos para minusválidos. Cada habitación,
dispone de baño, televisión y calefacción. En un ambiente
muy acogedor, el edificio cuenta además con dos amplios salones con
chimenea y magníficos corredores de descanso para disfrutar de la
lectura y de la panorámica que ofrece el Valle de Camaleño,
el Macizo Oriental de los picos de Europa y el monte Viorna.
La casa es acogedora,
el ambiente familiar, las habitaciones amplias y bien equipadas y el
desayuno abundante y de excepcional calidad. Los precios oscilan entre las
6.000 en temporada baja y 8.000 en la alta, desayuno (500) aparte. La relación
calidad precio del establecimiento puede calificarse de extraordinaria. Aunque
hay que consultar la página de esta posada por si se han actualizado.
El teléfono
es: 942733210 y su correo electrónico: paf2000@teleline.es.
Posada San Pelayo |
Posada San Pelayo |